Habían pasado varios días desde el funeral de la pequeña
Topanga Malone. Las cosas estaban volviendo a la normalidad. Todavía estaba
latente el desgraciado incidente protagonizado por Philippe, pero todo el mundo
parecía haber perdido el interés por los morbosos detalles y habían rehecho sus
vidas.
Estaba amaneciendo y las Doce Mazorcas despertaba después de
la profunda noche estival. La casa parecía tranquila pero no era así, los
jóvenes Kendal se preparaban para un viaje. Debían ir a Atlanta para recoger a
una visita inesperada. Suellen y Patrick estaban en la entrada principal
esperando al carruaje.
Subieron al carro y se marcharon dejando tras de sí una gran
nube de polvo. El viaje hacia Atlanta era largo y agotador. Se necesitaba un
día para llegar, por eso el cochero era un hombre joven y fuerte, que podía
resistir el traqueteo del coche. El viaje transcurrió tranquilo.
Eran poco mas de las ocho de la mañana, cuando el tren
procedente de Boston aparecía por el anden de la estación de ferrocarril de
Atlanta. El tren se detuvo y al instante la estación se llenó de movimiento.
Había gente que subía, gente que bajaba, gente que se abrazaba, incluso algunos
lloraban. Entre tanto alboroto, los hermanos Kendal no podían distinguir a su
prima. Pero de repente, de entre un grupo de soldados del ejercito confederado
apareció Franzesca. Era la menor de las sobrinas de Richard que venía del norte de Italia a pasar las
vacaciones con sus familiares del estado de Georgia. La joven llevaba un grácil
gorro verde pistacho de terciopelo. Sus ojos eran azules y su cabello, largo
y rojo como las hojas en otoño. Llevaba
un fino conjunto de terciopelo, a juego con la pamela y con los zapatos. A
pesar de ir vestida con ropa de viaje, había algo en ella que delataba que
había sido criada en el seno de una familia de la alta aristocracia veneciana.
Patrick quedó impresionado ante la belleza de la desconocida, e inmediatamente
se dirigió hacia ella para presentarse.
- ¿Franzesca? – preguntó él tímidamente.
- Tú debes ser Patrick, ¿no es así? – dijo ella con un
marcado acento italiano – y esa ragazza es tu hermana ¿me equivoco? –
prosiguió.
- Encantado de conocerte, ven, te voy a presentar a Suellen-
Después del emotivo encuentro se encaminaron al coche que les
llevaría al Hotel.
- Por favor... – dijo Patrick dirigiendo sus
palabras al cochero.
- Titán, señor-
- Eso es, recoge el equipaje de la señorita Farnetti-
- Permaneceremos en Atlanta durante unos días- dijo Patrick
dirigiéndose a su prima.
- Me parece fantástico, así tendré tiempo para conocer la
ciudad.-
Tras esto se dirigieron al Hotel Imperial Kane. Allí la bella
Franzesca pudo asearse un poco y descansar hasta la hora de la cena.
Todos estaban ya en la mesa cuando apareció ella en el
comedor. Vestía un bonito vestido de fiesta rosa nacarado. El ajustado corpiño
marcaba su cintura de avispa y alzaba su blanco pecho. Había peinado su larga
melena con unos suaves tirabuzones que daban a su rostro de alabastro un
aspecto mucho más joven. Lucía un ostentoso collar de perlas y unos largos
pendientes de diamantes. Toda ella rezumaba lujo y ampulosidad. Al instante,
Patrick cayó cautivado ante los encantos de la extranjera. Acostumbrado a las
hijas de los jornaleros, la joven Franzesca le parecía la mismísa Venus, diosa
del amor.
- Estas preciosa- dijo Patrick extasiado.
- Grazie-
- Por favor... - dijo el joven mientras le acercaba la silla.
- Bueno, ¿comemos ya o qué?- dijo Suellen asqueada de aquella
situación. No soportaba a su hermano cuando asumía el papel de señorito de
plantación - Estoy muerta de hambre-
La pareja estaba absorta mirándose el uno al otro. Suellen no
podía creer lo que estaba presenciando. Su hermano estaba ligando delante de
sus narices. “Es que ya no queda decencia” pensaba ella malhumorada. Entonces
sucedió algo que por poco la hace caerse de la silla, sus cabezas empezaban a
juntarse, ¡se iban a besar!.
- Perdón, me gustaría, si no es mucha molestia, empezar a
cenar. Pues hace un día que no pruebo bocado y voy a desfallecer en cualquier
momento-
La pareja se ruborizó y decidieron
cenar.
Estaban en los postres cuando
Suellen dijo
- ¿Cuál es el motivo que te ha llevado a atravesar medio
mundo y llegar a parar a las plantaciones del Viejo Sur?-
- Bueno, estaba aburrida en Venecia y pensé que no estaría
mal visitar a mis parientes americanos- dijo dulcemente - y creo que no me he
equivocado- dijo mientras miraba hacia Patrick.
Éste lanzó un suspiro.
Suellen, reuniendo fuerzas para no salir corriendo,
volvió a la carga.
- Y de paso, quién sabe, a lo mejor pillas un novio con
hacienda-
-¡Suellen!- exclamó Patrick algo alterado- quieres dejar en
paz a Franzesca. Ella es nuestra invitada. Además, seguro que está muy cansada
del viaje-
- Sí, creo... creo que ya es hora de irse a dormir, ¿no?-
- Sí, será lo mejor para todos- dijo Suellen.
Dicho esto dejaron la mesa y subieron a sus habitaciones.
Suellen compartía habitación con Franzesca. Y Patrick dormía solo en una
habitación al fondo del pasillo.
Continuará........
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