Google+ Agapornix esquizofrenico: September 2017

Metricool

Tuesday, September 19, 2017

Puro teatro

El otro día, un buen amigo me invito al teatro. Quien dice el otro día, dice el domingo. Era uno y creo que único regalo de mi cumpleaños. Sí, ha sido mi cumpleaños y no he recibido apenas regalos. De hecho creo que los dos únicos que he recibido, son de la misma persona. No sé qué pensar. No lo haré. Pensar no suele aportar nada bueno en estas circunstancias.

La cosa es que fui al teatro. Al teatro de la Abadía. Al lado de casa pero eso no me importa porque en el fondo a mí me gusta mucho el teatro. Quizás más que el cine. Bien es cierto que no voy mucho pero me gusta. A la Abadía no había ido nunca y tenía ganas.  De la obra no. No por nada sino porque no sabía de su existencia. Por lo visto, después de hacer la correspondiente búsqueda, en resulta que ya la habían representado el año pasado con el mismo éxito que en este. Incendios. Esa es la obra. Al leer el prospecto, vale, programa, el texto me recordó a esos flyer que te dan los desfiles donde el diseñador te habla de su inspiración par la colección. Ya sabes, lo de mujer urbana que no renuncia a su femeneidad, glamazona y experimento con tejidos tecnólogicos... y después salen tres faltas de lamé, un trench y un vestido babydoll. Pues el teatro tiene lo mismo. En ellos el artista se abre el canal, todo es fruto del dolor que es necesario para la renovación y es viaje que quiere que hagamos juntos. Aha. Guay. 3 horas de intensidad, pesimismo, overreacting y todo muy muy intelectual sobre fondo negro. Y sí, así fue. Intensidad desgarradora. Pero, oh, sorpresa surge la autentica magia en el escenario, esa magia de la que hablan los críticos que lloran en ARCO con una regadera que echa purpurina en vez de agua. Pues aparece. Yo no estaba nada predispuesto a dejarme seducir por el minimalismo de su escenario, por la declamación clásica y las frases de estado de Facebook: La infancia es un cuchillo que te atreviesa la garganta, que hay que arrancar y volver a aprender a respirar. In your face Mr Wonderful. Peeeeero oh cielos. Qué dramón, que historia, que bien resuelto, qué larga y qué llantina de toda la platea. Desgarrador. Te transporta y te toca. Tampoco te cambia la vida pero es una experiencia muy recomendable. Lo de Nuria Espert es más un reclamo que otra cosa. Lo hace retén porque es una gran dama pero.... recita, estupendamente y lloras pero no se, meh.

Y sin habérmelo propuesto pues me he cascao una crítica sin querer yo hacer nada de eso. Hecha queda. Pero mi idea iba más hacia una reflexión: Quiero ir más al teatro. Sí. Bien es cierto que no todos los días quiero vivir una catarsis extrema con la guerra de la Líbano como fondo. Hay obras ligeras que también alimentan el alma, no todo es intensidad y posmodernidad. Por lo que, a continuación detallo la lista de las que me gustaría ver por si alguien tiene a bien llevarme o acompañarme o proponerme matrimonio: 

- Tartufo. Mas allá de la obra clásica, mi interés es más terrenal. Tan terrenal como Alejandro Albarracín. OH MY!! Ya era fan en Amar en tiempos revueltos, con sus polos XXS. También por haber coincidido con él en la vida de la noche. Me apetece. Soy fans. 


 

- Reina Juana. Monólogo de Concha Velasco sobre una de las figuras más apasionantes de la historia de España: Doña Juana de Castilla, Archiduquesa de Austria y loquita perdía. Loca de amor como la peli. Como para no estarlo. La putean toda la vida, la casan con un cierra bares, se la llevan a Flandes, sola, sin seguramente hablar flamenco (algo que siempre me he preguntado: ¿cómo se entendían cuando viajan a las cortes? Porque claro, no creo que supieran todos los idiomas de la Europa del SXIV-XV) La cosa, que Concha habla durante.. pues no sé,  un par de horas mínimo.  Concha es otra intensa. Yo creo que tiene una cara oscura. Todas la tienen pero Concha, juega al despiste. O no. Me apetece verla. 

- Climax  Esa es otra de las obras que más que la historia en sí, me apetece más los actores. Primero porque Victor Palmero me parece muy buen actor, joven y guapo, pero buen actor. Las chicas, correctas y monas. En su cuarta temporada, han cambiado algunos actores, por ejemplo, el pelirrojo, un crush del que aquí escribe durante bastante tiempo. Pero aún así, me apetece verla: Todos estos personajes alcanzarán el clímax de sus vidas.

- El cantor de México. A la vista de esta imagen creo que no hace falta que diga más, no?

Clica en la imagen y.., prepárate a sentir.

- Bodas de sangre. Un Romeo y Julieta andalusí del Lorca gitano, del Lorca extremo y dramático. Además en el teatro María Guerrero uno de mis teatros favoritos de la ciudad. Creo que no hace falta poner más excusas para verlo, no?


- El amante. Una obra más de experimentar, de esas que los actores interactúan con los espectadores, pero no en plan esos que hablan con la gente. Antes de la obra hay como un coctel con los actores, parte de la preparación para la catarsis. Oh. Un tema todo. Además es Verónica Echegui y Daniel Perez Prada. Fan de los dos.

- Smoking Room. Es la adaptación teatral de la famosa peli. La trama: La sucursal española de una empresa americana es obligada a poner en vigencia la prohibición de fumar dentro de sus oficinas. Uno de los empleados quiere recoge firmas pa hacer una smoking room y habla con los empleados surgen las tramas, los secretos y los temas. Así de primeras tampoco es que... pero el reparto. Mola. Sobre todo Miki Esparbé. También esta Secun de la Rosa...pero ese me cae regular. 



- Sensible. Una de esas cuyo prospecto dice: “¡El amor! ¿Qué es el amor? El amor no es, pues, una condición inevitable de la vida, no es más que una circunstancia de ella, un desorden, una época (…) Una crisis, una crisis terrible… Que pasa. Y eso es todo.”  Y es Kiti Mánver, de la que no soy muy fan pero el cartel tiene tanto photoshop que quiero verla.



- El Guardaespaldas. Sala de Reuniones. 

-Buenos días, chicos, comenzamos la reunión para ver qué hacemos para temporada que viene. ¿Ideas?
-¡El guardaespaldas! Hagamos el guardaespaldas!
-¿Eh, la de... la de... Whitney Houston?
-Sí, claro, ¿hay otra?
-Peeeero esa... peli ya...
-Mira, yo lo veo, ponemos a una negra completamente aleatoria que cante fetén, como esas que salen en Factor X, de las que hacen lloran a Cheryl Cole. Y como reclamo ponemos a Iván Sanchez y le quitamos la camiseta, como en todas las series y cosas en las que sale. Y, y, , aquí viene lo fuerte. ¿Preparados? MAXI - IGLESIAS. BOOM! In your face!

Y entonces alguien grita desde el fondo de la sala. ¡NO HAY HUEVOS!

Compra tus entradas aquí. 

Hubo huevos, vaya si los hubo.

- Casi normales. Mira el cartel. La primera de la izquierda. Pues eso. 


Venga, no seáis rata. Llevadme al teatro. 



Monday, September 18, 2017

Dulce y Callado

- No insistas, no te humilles más ¡Levántate, por favor!- Decía Bruno mientras le asía por los brazos- Sabes que esto no puede seguir. Es demasiada carga para mí. Demasiadas mentiras, demasiadas apariencias. ¡Esto me está destruyendo! ¡Ya no sé quién soy, ya no sé qué siento! ¿Comprendes?
Alberto lo miraba con los ojos brillantes por las lágrimas.
- Así que esta vez es de verdad- suspiraba mientras le dirigía una mirada de incredulidad y tristeza- Siempre había temido que este día llegara y lo ha hecho. Todas las mañanas me despierto y te veo a mi lado, preguntándome: “¿Será esta la ultima noche? ¿Le volveré a ver?” Pero rápidamente me obligo a apartar de mi mente esos pensamientos, porque abres los ojos y me miras. Me miras y sonríes. Entonces sé que te volveré a ver.
Se hizo el silencio, un silencio todavía más triste que las palabras de Alberto. Solo se escuchaba el monótono discurso del informativo. Sus palabras se desplazaban perezosas desde el salón hasta el dormitorio.
Bruno y Alberto se conocieron, como tantos otros, una noche de juerga. Lo que empezó como una noche de desahogo y sin importancia, terminó en algo más serio. Habían mantenido una relación, por calificarla de alguna manera, que duraba ya 6 meses.
Alberto nunca creyó que aquello fuese a durar más de lo que estas cosas suelen durar, es decir, una noche y si eras muy buen amante dos, pero poco más. Tampoco pudo creer cuando el lunes por la tarde, en la pantalla de su móvil, apareció intermitente el nombre de Bruno. Emocionado y receloso aceptó la llamada. Al otro lado del auricular escuchó con claridad la dulce voz del otro chico. Hablaron por más de una hora. Si bien hay que decir, que su conversación fue más bien superficial y liviana, al final acordaron volver a verse un par de días más tarde, el miércoles en una cafetería.
Alberto no cabía en sí de la emoción. Inmediatamente, llamó a todos sus amigos, empezando por Eva, su mejor amiga. Eva fue la primera que supo de su peculiar “opción de vida”, como él solía decir. Amigos desde la niñez, este hecho no hizo sino reforzar el lazo que, durante años, se había formado entre ellos.
Los días se arrastraron lentamente hasta que por fin, llegó el miércoles. Después de pasarse dos horas decidiendo qué ponerse, salió de casa en dirección al café. A medida que se iba acercando al lugar, la duda iba creciendo en su interior. ¿Y si no se presentaba? ¿Y si era un psicópata? ¿Y si, y si…? Pero, llegó. Y entró, preparado para lo que pudiera ocurrir, tanto bueno como malo. Buscó con la mirada a Bruno. Le costó reconocerlo pero lo encontró. Estaba sentado en una mesa situada en una de las esquinas del café. Junto al gran ventanal de cristales azules. Leía una revista de motor. El sol de la tarde de agosto, entraba por la ventana e iluminaba la escena que, con el humo de los cigarrillos le conferían un aire de estampa de bar de posguerra. Bruno estaba guapísimo. Su pelo corto y rizado, estaba engominado y brillaba al sol. Su rostro blanco y redondo, donde solo resaltaban unos brillantísimos ojos verdes, chispeantes y llenos de vida. A pesar de ser varios años mayor que Alberto, seguía conservando una complexión fuerte, que mantenía con agotadoras sesiones de natación y algún que otro deporte, que su ocupada vida le permitía realizar. Alberto por su parte, era un muchacho alto y rubio, con la piel morena por el sol, gracias a las largas horas que pasaba en el mar con su tabla de surf. Hacía poco que había regresado de sus vacaciones y todavía conservaba en su rostro y su cabello, el aspecto saludable que la vida ociosa y la brisa del mar otorgan a los privilegiados que la disfrutan.
El chico se acercó a la mesa, Bruno levanto la mirada de las páginas de la revista
- Hola. ¡Ya pensé que no vendrías!
- Por nada del mundo me hubiese perdido esta cita


Y el resto es historia


Pero aquella mañana fría de Febrero, la historia parecía haber llegado a su fin. Esta vez Bruno no había correspondido con la acostumbrada sonrisa a la mirada de Alberto, tal y como hacía cada mañana. Por el contrario, retiró la vista y abandonó la cama. Mientras se dirigía al baño y con la mirada atónita de Alberto clavada en su espalda, dijo:


- Por cierto, esta noche vuelvo a mi apartamento.


Pasaron varias semanas hasta que Alberto volvió a tener noticias de Bruno. Desde que dejó la casa, el mundo se le vino encima. Se refugió por completo en su amiga Eva. Quien no sabia como sacarle de su inconsolable pena. No importaba si le cubría de halagos o si le gritaba las mayores barbaridades, nada parecía afectarle más que el hecho de que el único hombre que había querido le hubiese dejado de la noche a la mañana. No alcanzaba a comprender lo que había pasado. En qué momento había empezado a caminar solo, mientras Bruno se quedaba cada vez más atrás, más atrás, hasta que al final lo perdió de vista.
Aquella era otra mañana como las de las últimas semanas. Alberto se levantó dolorido en cuerpo y alma. Seguía sin poder pegar ojo. Dos negras manchas parecían haberse tatuado bajo sus ojos y su andar era desgarbado y lento. Se dirigía de su cama al sofá, donde vegetaría hasta la noche, instante en el que volvería a la cama. Ese era el peor momento del día. Cada uno de los rincones de aquella habitación desprendía el penetrante olor de Bruno. Éste entraba dentro de su cabeza y se instalaba en los más profundo de su cerebro, impidiendo cerrar el cofre que contenía los recuerdos de cuando estaban juntos.
Eva siempre le decía que lo mejor sería que se mudase una temporada con ella, hasta que se calmaran las cosas. Pero cada que le sugería esto, Alberto se ponía como una fiera, presa de una rabieta monumental, que terminaba con un éxtasis de llanto que lo dejaba sin fuerzas.
Inmerso estaba en el tremendo esfuerzo que suponía arrastrarse hasta el salón, cuando sonó el timbre. De mala gana, se encaminó a abrir
- ¡Cuántas veces te tengo que decir que te lleves las llaves para no molestar!-
Gritaba mientras abría la puerta.
- Lo siento, pero hace algún tiempo que no tengo llave de esta puerta- dijo Bruno con una sonrisa.
Alberto no podía creer lo que estaba viendo, incluso se frotó los ojos para cerciorarse que no era un sueño.
- ¡Qué sorpresa!- dijo cuando fue capaz de articular palabra- Perdón, por mis maneras, pensaba que era Eva…es que siempre se olvida las llaves, pero bueno, tu ya sabes como es…-se miraron en silencio- pero qué… pasa, pasa, ¡no te quedes en la puerta!
Al pasar por delante, Alberto volvió a aspirar aquel aroma que le había y le seguía privando de tantas noches de sueño. Bruno había cambiado. Al menos, en cuanto a aspecto externo. Ahora llevaba el pelo engominado hacia atrás y solo el final de su melena se revolvía en salvajes rizos, eso sí, tan brillantes y suaves como antes.
- Disculpa el desorden, pero es que ayer tuvimos una pequeña fiesta y ya sabes como son estas cosas. ¡Siempre acaba todo hecho un asco!- dijo aparentando que su deplorable aspecto era debido a una fiesta. Obviamente, Bruno no se lo creyó, pero no dijo nada.
- Siéntate, ¿puedo ofrecerte algo?
- No, gracias, estoy bien
- Bien, y ¿qué te trae por aquí?- dijo algo alterado Alberto
- Verás, creo que no me porté muy bien contigo el día que…bueno…hace unas semanas y creo que te debo una explicación.
Alberto notó como toda la sangre de su cuerpo corría precipitadamente a concentrarse en su cabeza. Firmemente, rezó para no derramar ni una lágrima.
-Ah, bueno, ¡pst! ¡Esas cosas pasan! Total, tarde o temprano…
Bruno lo miró un poco extrañado. En verdad había sufrido.
- Ya, es cierto. Pero aún así…Yo me sentiría mejor si pudiese explicarte algunas cosas.
- Bueno, si eso te deja más tranquilo…
- Sí
- Adelante
- Verás, la verdad es que no sé por dónde empezar...

En ese instante, sus miradas se encontraron por primera vez desde que se abrió la puerta. Alberto estaba sentado al lado de Bruno en el sofá. Por un segundo, el tiempo se paró. Solo existían las verdes esmeraldas de Bruno y los cristales azules del otro. Lentamente sus cabezas se acercaron y sus bocas se unieron en un beso. Temeroso y tímido al principio, pero que, a medida que se iban reconociendo y recordando sabores y texturas, se iba transformando en algo más salvaje y brutal. Se vieron envueltos en el huracán de sus pasiones y comenzaron a arrancarse la ropa. Mientras recorrían mutuamente cada milímetro de la piel del otro, como tantas veces lo habían hecho, pero como sintiendo como si fuese la primera vez.  Las finas manos de Alberto volvieron a despeinar los negros rizos de Bruno, quien volvió a gustar el salado sabor a mar que emanaba de la piel del muchacho. Rodaron por el sofá durante interminables segundos, recordando, olvidando, aprendiendo e inventando, hasta que, extenuados, acabaron tendidos sobre la alfombra. Sudorosos y jadeantes, mirando al techo. Así permanecieron, quietos y en silencio, solo oyendo como su respiración se iba haciendo cada vez más calmada, hasta dejar de oírse.